
III Congreso Internacional
de Logoterapia y Tanatología
«Resiliencia, Espiritualidad y Sentido»
La mariposa, ha sido y es en muchas culturas el símbolo de la transformación , de la evolución, y la metamorfosis que conlleva cambiar, desde la quietud del capullo, al vuelo, saliendo de ese capullo para conquistar el espacio, el aire. El amanecer está detrás, ese nuevo sol, y esa nueva luz que invita a moverse, a desplegarse en el vuelo hacia el cambio.
El proceso de la metamorfosis es la resiliencia, la conciencia de tener que dejar el capullo de una manera sabia e inteligente es la fuerza de voluntad, guiada por la dimensión Espiritual, que hace suyo ese proceso de cambio. La mariposa es el movimiento hacia el sol, el sentido, el propósito, la trascendencia. Un nuevo amanecer.
Este logo, es producto de una elaboración personal teniendo en cuenta la esencia del Congreso.

Sandra Barbero
Directora del Instituto Peruano de Logoterapia
“Viktor Frankl”
Recuerdo mis años de escuela, allí donde los niños experimentábamos en vivo y en directo con las experiencias, que nos enviaba la profesora de ciencias naturales. No había tutoriales de internet. Había que ensuciarse las manos. La profesora nos encomendaba una tarea que personalmente me entusiasmaba mucho “ser observadores de cambios” ( mi vocación sería más tarde) teniendo que registrar día a día, lo que sucedía, sin perder de vista ningún detalle. Había que observar tres veces al día, e ir completando un anecdotario que se iba nutriendo de nuestros aportes. Al finalizar la experiencia. Esto se inicia con un fréjol germinado que luego convertiría en planta, a la que trasplantábamos con una ceremonia emocionante, en la maceta de mi abuela.
Luego llegó una experiencia, con unas pequeñas orugas, que comían hojas del árbol de mora que estaba en la esquina de mi casa. Todas las tardes, había que cambiar las hojas y ver los cambios. Me gustaba mucho, ver a la mañana del otro día, cuanto habían comido de esa hoja. Preguntas tras preguntas a mi mamá, para saber en que se convertirían estas orugas al finalizar su proceso. Por primera vez, creo me enfrenté a esta palabra “proceso” y a la experiencia de esperar, tener paciencia, de ser observadora, de estar presente. Recuerdo a mi madre, que me pedía paciencia, y sobre todo que contemplara los cambios.
Una mañana, voy a mi caja tesoro, y observo que mis orugas ¡habían crecido mucho! Eso me produjo un poco de miedo, porque pensé que algo les iba a pasar, puse esto en mi anecdotario y se lo comenté a mi profesora, que me pide que le ponga un tul o una tela, con la ayuda de mi mamá a la caja, para que cuando pase lo que tenía que pasar, yo pueda verlo.
La pregunta estaba en mi cabeza ¿ pase lo que tenga que pasar? Eso era una situación que me angustiaba. Y no era una señal que me tranquilizara. Al otro día, ya no había orugas, había 4 mariposas muy pequeñas tratando de abrir las alas, un proceso que duró varias semanas. Recuerdo hacer gritado ¡mamá ya son animales!!! Esa misma tarde, las dejé volar en el jardín de la abuela, con un doble sentimiento a mi corta edad, que pena y que bello…
La oruga no es consciente de su metamorfosis, el ser humano si. Cada uno de nosotros iniciará el camino en la etapa oruga, dentro de la quietud de un capullo. Para que a través de todo lo que los expositores en distintos contextos nos compartan, salgamos fortalecidos con las alas abiertas al cambio, a la transformación, al movimiento. Salir de la rigidez del trauma, del dolor, de la parálisis que produce la herida. Para moverse hacia otro lugar, a pesar de la herida, volver a vivir.
Ponentes Internacionales
